viernes, 7 de noviembre de 2008

Retiro

El funeral de mis labios como un alegre soneto retumbará en tu boca mañana.

Disecada tu alma vendrá a mis brazos,
sin sustento tus manos y sin aliento tus ojos.

Sin fuerza tus piernas arrebatadas del peso de la noche
y sin consuelo alguno, te dejarás caer al suelo.

Digherido entonces entonaré con todas mis fuerzas
aquella presencia que reclama tu alma.

Me transformaré en Aquel en tu nombre y jamás,
jamás vovlerás a caer.