¡Oh!
¡Qué dura agonía divaga sobre los estribos de esta noche difusa!
Dejadme pecado caer entre tus ojos infinitos,
procura esconder mis palabras en la tumba de tu silencio tardío y esquivo.
Recordad el pasado mas no dejéis como un diamante en bruto
el cariño que os he de entregar mañana,
pues aunque siniestros son los caminos que he de recorrer por vuestra merced,
debéis saber que os he marcado el cielo con antorchas plateadas
desde el verano hasta el equinoccio por las voces y los destellos que derraman
los destinos de nuestros labios.
jueves, 26 de febrero de 2009
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